Alejandro Álvarez promete “denunciar corrupciones” en la UBA… pero no encuentra nada
El subsecretario de Políticas Universitarias, Alejandro Álvarez, se pasa el día criticando a la UBA, acusando de corrupción al vicerrector Emiliano Yacobitti y saboteando la Ley de Financiamiento Universitario. Sin embargo, cuando se lo presiona por pruebas concretas, su afirmación estrella –“Si yo detecto algún curro, lo denuncio”– se queda en nada: admite que “no se encontró nada”. Además, surgen nuevas denuncias sobre su propia situación académica y la veracidad de sus cargos.

En los últimos meses, Alejandro Álvarez, subsecretario de Políticas Universitarias, ha dedicado buena parte de su exposición pública a lanzar acusaciones contra la Universidad de Buenos Aires (UBA) y su vicerrector Emiliano Yacobitti. Lo más recurrente: insinuaciones de corrupción, irregularidades administrativas y presuntas “malas gestiones” que, según Álvarez, deben ser denunciadas.
En el programa Multiverso Fantino (Neura Media), Álvarez fue claro:
“Si yo detecto algún curro, lo denuncio.”
Pero la repregunta clave (y que muchos esperaban): ¿Detectó algo? Su respuesta fue tan breve como contundente:
“No, no se encontró nada.”
Lo que sí se sabe: contradicciones y denuncias
Mientras Álvarez acusa, surgen cuestionamientos sobre su propio perfil y credenciales:
- Falsificación de cargo universitario:
Se lo acusa de presentarse públicamente como “Profesor Titular de Ciencia Política – UBA”, cuando en realidad es adjunto interino. Nunca dio un concurso para titularizar esa cátedra. - No completó el CBC de la UBA:
Hay reportes de que nunca aprobó el Ciclo Básico Común de la UBA, lo cual cuestionaría incluso su condición de alumno regular. - Acusaciones infundadas contra docentes:
En redes, acusó a docentes universitarios de “obligar” a estudiantes a participar de clases públicas (una modalidad de protesta). Una profesora presente en la actividad lo desmintió: “nadie fue obligado, se coparon y disfrutaron la clase”.

Conclusión
Alejandro Álvarez tiene estilo para las denuncias grandilocuentes, pero parece faltar respaldo. Afirmar que protestará si encuentra “curros” suena a buena frase de campaña, pero cuando se le exige que muestre evidencias, no tiene nada. Y para colmo, él mismo enfrenta varios cuestionamientos sobre su credibilidad académica y su transparencia.
Si lo que busca es aparecer como el “defensor de la transparencia”, le está saliendo más bien al revés: cada acusación no probada, cada contradicción pública, lo debilita. Y termina más ridículo que convincente.
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